lunes, 6 de mayo de 2013




Un escenario con luz tenue en el que asoman maderas caoba. Sobre él, músicos ataviados con trajes negros escondidos entre las sombras y una luz que ilumina a una cantante de piel negra como el ébano, una voz grave, delicada y limpia. Un fotograma que retrotrae a la mente las grandes damas, a Ella Fitgerald, Nina Simone o Abbey Lincoln. Con unos tintes de contemporaneidad las figuras sugeridas pueden ser la de Seal o la de Sade. Continúen sentados bajo esa atmósfera, tras el humo denso de los cigarros que escapan de cualquier veto. Si solo atendemos a la música podrían tener ante ustedes a una banda llamada Rhye.
Pero en caso de desperezarse y abrir los párpados, el disgusto puede ser mayúsculo. Quien ha avivado toda esa sensualidad no es alguien de sinuosas curvas y, sin duda, es más probable que lleve una corbata que un vestido blanco satén. Es uno de los secretos a voces del dúo formado por dos hombres, el danés Robin Hannibal y el canadiense Mike Milosh.
Una sábana aterciopelada vuela en los primeros segundos de Woman y aterriza en una cama en la que pasarán algo más de media hora.
Es casi una obligación empaparse en la tela de seda que dibuja el que sin duda se antoja como uno de los mejores trabajos del año, un disco que acaricia y se desliza entre los deseos más inconfesables.
Enjoy.