domingo, 19 de agosto de 2012

Las señales que dejamos nos permiten reconstruir las cosas que rompimos.
        Se avanza a tientas por el pasado, y aunque no todas las piezas encajan,
   y algunas ni aparecen, poco a poco, se reconoce un olor, un momento,
        una noche, o el color de sus ojos. Las señales que dejamos en la piel, nos traen
       algunas de las cosas que tuvimos, que fueron nuestras, cuando el tiempo no existía,
    y la memoria no era necesaria. Porque puede ser que nada se recuerde,
pero también puede ser que el amor se empeñe en pelear contra el olvido,
como un boxeador sonado y persistente.Puede ser que los días se sobrepongan
        al rigor de los días, que todo se sume y se amontone, que nada se pierda del todo.
Y puede ser que la piel quiera recordar después de todo, los nombres de las
      mujeres amadas, y las causas de todas las batallas, ganadas, o perdidas, y que los
pasos en la nieve no se vayan con la nieve. No es imposible, que lo que pareció
arrogancia o locura termine por da fe de lo que fuimos, y que nuestras manos
      se llenen, cuando ya no esperemos nada, de nuestros pasados y, tal vez, de otros futuros.

 Ray Loriga

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